
Escucha activa. La piedra angular de una comunicación efectiva
Desde la definición de estrategias de comunicación hasta las relaciones interpersonales y la diplomacia pública, la escucha activa es la clave para una comunicación efectiva y empática.
¿Alguna vez te has preguntado cómo la digitalización ha cambiado la forma en que los gobiernos y las organizaciones internacionales se comunican con la sociedad?
La diplomacia pública, la práctica de influir y comunicarse con audiencias globales para promover los intereses de una nación, ha sido una herramienta esencial en las relaciones internacionales durante décadas. Sin embargo, en la era digital, está experimentando una transformación radical que va más allá de simplemente abrir cuentas en redes sociales y difundir mensajes.
En este blog, exploraremos cómo la diplomacia pública debe evolucionar para establecer la agenda y el contexto, ofrecer estructura y dar sentido a la actualidad, y fomentar relaciones que pasen del monólogo al diálogo controlado con los públicos digitales.
Históricamente, la diplomacia pública se llevaba a cabo a través de medios tradicionales como la prensa, la radio y la televisión. Los gobiernos y las organizaciones internacionales utilizaban estos canales para difundir su mensaje y promover sus intereses en el extranjero, aunque realmente presentaban ciertas limitaciones, principalmente por dos motivos:
La comunicación se realizaba de manera unidireccional, desde el emisor (el gobierno o la organización) al receptor (el público). No había una forma fácil o inmediata para que el público respondiera o interactuara con el mensaje. Por ejemplo, un discurso televisado del presidente de un país o un comunicado de prensa de una organización internacional se emitía a la audiencia, pero no había un canal directo para que esa audiencia pudiera hacer preguntas, expresar sus opiniones o participar en un diálogo.
Incluso hoy en día, aunque la televisión y la radio pueden llegar a un público amplio, su alcance está limitado geográficamente: una emisora de radio o televisión en Francia va a encontrar serias dificultades para hacer llegar un mensaje a una audiencia en Australia. Además, estos medios a menudo requieren recursos significativos para producir y distribuir contenido, lo que puede ser un obstáculo para las organizaciones más pequeñas o con menos recursos.
Con la llegada de la era digital, la forma en que nos comunicamos y compartimos información ha cambiado drásticamente. Internet y las redes sociales han permitido una comunicación más rápida, más amplia y más interactiva.
En el contexto de la diplomacia pública, esto ha abierto nuevas oportunidades para interactuar con audiencias globales y promover los intereses nacionales de formas innovadoras. La era digital ha mejorado la interactividad, permitiendo un diálogo bidireccional entre los gobiernos y el público, permitiéndoles participar en debates y compartir su propia perspectiva. También ha ampliado el alcance, eliminando las barreras geográficas y temporales que limitaban la diplomacia tradicional.
La era digital ha llevado a una reevaluación y redefinición de la diplomacia pública. Más allá de la mera adopción de redes sociales como herramientas de comunicación, la digitalización de la diplomacia pública es un proceso a largo plazo que desafía y redefine lo establecido.
Las redes sociales, aunque son una parte integral de este proceso, son solo una pieza del rompecabezas. Los gobiernos y las organizaciones internacionales no solo están adoptando estas plataformas para interactuar directamente con las audiencias globales, sino que también están adaptando sus rutinas de trabajo, normas y valores a las expectativas de una sociedad digital que valora la autenticidad y la transparencia.
Por ejemplo, las embajadas y los diplomáticos están utilizando cada vez más plataformas como Twitter, Facebook e Instagram (y posiblemente ya estén con vistas a lo que pueda aportar la recién llegada Threads de Meta), no solo para comunicarse con el público, sino también para fomentar un diálogo controlado, establecer la agenda y el contexto, y dar sentido a la actualidad.
Es importante desmitificar la idea de que simplemente abrir cuentas en redes sociales o enviar un tweet es suficiente para comunicar eficazmente. La estrategia digital debe ser un elemento de una comunicación holística que tenga en cuenta estos cambios y desafíos en la era digital.
Como decía, la era digital ha proporcionado a la diplomacia pública una serie de oportunidades y desafíos únicos. El tiempo y el espacio ya no tienen el mismo valor, y el alcance de la diplomacia pública se ha ampliado enormemente.
En lugar de simplemente ver las redes sociales y la tecnología como herramientas para difundir mensajes, debemos entender la digitalización de la diplomacia como un proceso en el que las instituciones adaptan sus rutinas de trabajo, normas y valores a las expectativas de una sociedad digital saturada de información y que solo conecta con la autenticidad y la transparencia.
Por contra, este nuevo entorno también plantea desafíos significativos.
La desinformación y las noticias falsas pueden propagarse rápidamente en las redes sociales, lo que puede socavar los esfuerzos de diplomacia pública.
La seguridad cibernética es otra preocupación creciente, ya que los actores malintencionados pueden explotar la tecnología con el fin de interferir en las comunicaciones y difundir información, ya sea verdadera o falsa, utilizando algoritmos para dirigirse a una audiencia particularmente susceptible.
Por último, la era digital ha planteado nuevos desafíos en términos de equidad y acceso. A pesar de su alcance global, la brecha digital sigue siendo una realidad, y las instituciones deben trabajar para garantizar que su diplomacia pública sea inclusiva y accesible para todos.
Para enfrentar estos desafíos, es esencial tener una estrategia de diplomacia pública y de gestión de crisis bien planificada y adaptada a la era digital.
En este apartado del blog me gustaría ofrecer algunas recomendaciones basadas en mi experiencia y, sobre todo, en las ideas de Ilan Manor, un experto en la digitalización de la diplomacia pública. Su libro “The Digitalization of Public Diplomacy” es mi referencia para consultas en este ámbito.
Aquí te proporciono su link por si aún no lo habías descubierto, ¡te lo recomiendo!
La era digital ha transformado la diplomacia pública de un monólogo a un diálogo. Ahora, más que nunca, es esencial escuchar y responder a las audiencias globales. Esto no solo implica responder a los comentarios, sino también entender las preocupaciones, intereses y necesidades de las audiencias para poder interactuar de manera significativa con ellas.
En esta nueva sociedad interconectada, todos tienen voz. Los ciudadanos comunes pueden tener tanto impacto en la diplomacia pública como las élites tradicionales. Por lo tanto, es crucial valorar y considerar las opiniones y perspectivas de todos los actores, no solo de las élites.
Los diplomáticos deben estar dispuestos a presentar narrativas, eventos, actores y prioridades políticas en tiempo real. Esto requiere una comprensión profunda de los medios digitales y la capacidad de utilizarlos de manera efectiva para comunicar mensajes clave.
Las actividades digitales no deben considerarse como un fin en sí mismas, sino como una parte integral de una estrategia de comunicación más amplia. Esto implica integrar las actividades digitales con los objetivos «offline» y asegurarse de que todas las actividades de diplomacia pública estén alineadas con los objetivos generales de la organización.
La era digital ha transformado drásticamente la diplomacia pública de formas inimaginables hace tan sólo unas décadas. Las redes sociales y la tecnología han abierto nuevas vías de comunicación e interacción, permitiendo a los gobiernos y a las organizaciones internacionales llegar al público mundial de forma más rápida, directa y eficaz, y quienes sepan sortear sus retos y aprovechar sus oportunidades estarán mejor equipados para triunfar en la escena mundial.
Recuerda, la clave está en la adaptación y la evolución constante.
¡Hasta la próxima!
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