Las 5 “W’s” del papel de la comunicación como catalizador de un cambio positivo en la sociedad

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Desentrañando el poder de la comunicación en la era de la responsabilidad colectiva.

Qué y por qué es importante

En la encrucijada de desafíos globales que enfrentamos, la comunicación emerge no solo como un puente, sino como un catalizador que promueve el cambio de comportamiento de individuos y de grupos. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) nos recuerdan la urgencia de actuar, de unir esfuerzos, de ser colectivamente responsables. Pero si nuestras acciones ya estuvieran alineadas con el bienestar humano y la protección del planeta, no habría necesidad de tales objetivos. Es en este contexto donde la comunicación efectiva se revela como una herramienta esencial.

Dónde lo aplicamos

Los cambios de comportamiento son obstaculizados tanto por influencias conscientes como inconscientes. Desde actitudes y normas sociales hasta hábitos y prejuicios, la comunicación tiene el poder de desmantelar estas barreras. Puede educar, inducir emociones y establecer modelos a seguir, siempre y cuando se maneje con ética y transparencia.

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Quién ha desarrollado la teoría

Robert Cialdini, un pionero en el campo de la psicología de la persuasión, nos ofrece un marco para entender cómo las normas sociales afectan nuestras decisiones. No se trata solo de buscar aprobación, sino de cómo actuamos en función de cómo queremos ser percibidos.

Cómo se aplica

  • Reciprocidad: La gente tiende a devolver favores. En el ámbito de la cooperación internacional, por ejemplo, un país que recibe ayuda en tiempos de crisis es más probable que apoye a su benefactor en foros internacionales.
  • Escasez: Lo limitado se vuelve deseable. Campañas que destacan la urgencia de actuar contra el cambio climático, mostrando los recursos limitados del planeta, pueden impulsar acciones sostenibles.
  • Autoridad: Respetamos a los expertos. Un informe sobre igualdad de género tendrá más impacto si es respaldado por organizaciones de renombre.
  • Coherencia: Buscamos ser coherentes en nuestras acciones y declaraciones. Si una empresa se compromete públicamente a la sostenibilidad, es más probable que siga prácticas ecológicas para mantener su imagen.
  • Simpatía: Nos inclinamos hacia personas o causas que nos resultan agradables. Campañas de sensibilización que utilizan embajadores carismáticos pueden recibir más atención y apoyo.
  • Prueba social: Seguimos al grupo. Si una comunidad adopta prácticas sostenibles, los nuevos miembros probablemente también lo harán.
  • Unidad: La identificación con un grupo puede ser un fuerte motivador. Campañas que apelan a la identidad nacional o comunitaria pueden tener un impacto significativo.

Cuándo identificamos y desarrollamos la intervención

Entender el comportamiento humano es una tarea compleja que ha ocupado a académicos, psicólogos y sociólogos durante décadas. No es una ciencia exacta, pero sí una que ha ido refinando sus métodos y enfoques con el tiempo. Uno de los marcos más robustos en este ámbito es el desarrollado por BehaviourWorks Australia, que divide este intrincado proceso en tres fases esenciales:

  1. Exploración: Diagnóstico del escenario

La primera fase, la exploración, es donde se realiza un diagnóstico exhaustivo del problema y del contexto en el que se manifiesta. Esto implica una revisión de la literatura existente, entrevistas con expertos y, en muchos casos, una evaluación en el terreno. El objetivo es comprender la magnitud del problema, identificar los actores involucrados y esbozar las dinámicas que lo perpetúan. Es como un médico que realiza pruebas y análisis antes de emitir un diagnóstico; necesitamos entender el problema en toda su complejidad antes de proponer soluciones.

  1. Inmersión: Buceo en la complejidad

La fase de inmersión lleva este entendimiento un paso más allá. Aquí, se recolectan datos cualitativos y cuantitativos para entender las influencias que obstaculizan o facilitan ciertos comportamientos. Esto podría implicar encuestas, grupos focales o incluso observación directa. La idea es sumergirse en el mundo del comportamiento que se desea cambiar para entender no solo qué está sucediendo, sino por qué está sucediendo. Es un ejercicio de empatía y análisis que busca descubrir las palancas que pueden mover la aguja en la dirección deseada.

  1. Puesta en marcha: De la teoría a la acción

Finalmente, llegamos a la fase de puesta en marcha. Aquí es donde se toma toda la información y el entendimiento acumulados y se traducen en una intervención concreta. Pero no termina ahí; también es crucial monitorear y evaluar el impacto de esta intervención. Esto puede hacerse a través de métricas predefinidas, retroalimentación de los participantes y análisis de datos posteriores a la implementación. El objetivo es aprender no solo si la intervención funcionó, sino cómo y por qué funcionó, para afinar futuras iniciativas.


Estas tres fases no son compartimentos estancos, sino más bien etapas en un ciclo continuo de aprendizaje y adaptación. En cada vuelta de este ciclo, nos acercamos un paso más a entender cómo cambiar comportamientos de manera efectiva y duradera. Pero, ¿qué sucede cuando el tiempo apremia y necesitamos un enfoque más estructurado para impulsar el cambio? Aquí es donde entran en juego dos marcos de referencia que han demostrado ser eficaces en diversas circunstancias: INSPIRE y EAST.

INSPIRE: Un acrónimo que despierta acción

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El marco INSPIRE, un acrónimo que despliega todo un abanico de estrategias, es una creación del equipo de BehaviourWorks. Este marco no es solo una teoría; es una guía práctica para estructurar la comunicación de manera que catalice cambios de comportamiento de una manera ética y efectiva. Veamos cómo cada componente de INSPIRE puede ser un motor de cambio:

  • Intenciones de Implementación (Implementation intentions): No basta con proclamar objetivos vagos como «Vamos a mejorar la igualdad de género». Lo que necesitamos son planes concretos. Por ejemplo, «Organizaremos talleres mensuales para empoderar a las mujeres en colaboración con organizaciones locales». Estas intenciones específicas no solo son más ejecutables, sino que también tienen más probabilidades de generar un impacto real.
  • Normas (Norms): Las normas sociales, esas reglas no escritas que guían nuestro comportamiento, pueden ser tanto una barrera como un facilitador del cambio. Si en una comunidad la mayoría recicla, los recién llegados probablemente seguirán el ejemplo. La clave está en utilizar estas normas como palancas para el cambio.
  • Notoriedad (Salience): La visibilidad importa. Un comportamiento o acción que se destaca tiene más posibilidades de ser adoptado. Piensa en las etiquetas de «producto ecológico» en los supermercados; son un recordatorio constante para el consumidor de hacer elecciones más sostenibles.
  • Justicia Procedimental (Procedural justice): La equidad en el proceso aumenta la adopción de comportamientos. Si las personas sienten que su voz cuenta en un proceso de toma de decisiones, es más probable que respalden las medidas propuestas. La justicia no es solo un ideal; es una estrategia efectiva para el cambio.
  • Incentivos (Incentives): Los incentivos pueden ser la chispa que encienda la acción. Imaginemos un proyecto que ofrece herramientas agrícolas a los agricultores que asisten a talleres sobre sostenibilidad. Este incentivo tangible no solo educa sino que motiva la aplicación de nuevas prácticas.
  • Reputación y Credibilidad (Reputation and credibility): La confianza es una moneda que se gana con el tiempo y se gasta con facilidad. Una organización con una sólida reputación tendrá más peso al promover cambios. La credibilidad es un activo invaluable que puede acelerar o frenar cualquier intervención.
  • Facilidad (Ease): Finalmente, si queremos que las personas adopten un nuevo comportamiento, tenemos que facilitarles el camino. Esto podría significar construir carriles para bicicletas si queremos promover el ciclismo urbano, o proporcionar recursos educativos accesibles para fomentar el aprendizaje continuo.

EAST: Simplificando la complejidad del cambio de comportamiento

Si INSPIRE es una hoja de ruta detallada para el cambio de comportamiento, EAST es su versión simplificada, pero no menos efectiva. Desarrollado también por BehaviourWorks Australia, este marco se centra en cuatro pilares que pueden hacer que el cambio de comportamiento sea más accesible y, por lo tanto, más probable. Veamos cómo:

  • Fácil (Easy): La simplicidad es la clave. Si queremos que las personas adopten un nuevo comportamiento, debemos eliminar tantas barreras como sea posible. Esto podría significar simplificar los formularios de registro para una actividad comunitaria o proporcionar instrucciones claras y fáciles de seguir para reciclar. Cuanto más fácil sea la acción, más probable será que las personas la realicen.
  • Atractivo (Attractive): El atractivo no es solo una cuestión de estética; también se trata de cómo se presenta una opción. Un diseño cuidado, una comunicación clara y recompensas tangibles pueden hacer que una opción sea más atractiva y, por lo tanto, más probable que sea elegida. Por ejemplo, una campaña de reciclaje que utiliza colores brillantes y mensajes positivos será más atractiva que una que utiliza un lenguaje técnico y aburrido.
  • Social (Social): Somos criaturas sociales por naturaleza. Utilizar el poder del grupo puede ser una forma efectiva de influir en el comportamiento individual. Esto podría manifestarse en programas de mentoría, donde los comportamientos deseados son modelados por personas respetadas, o en campañas de medios sociales que utilizan testimonios reales para inspirar acción.
  • Oportuno (Timely): El momento importa. Las intervenciones son más efectivas cuando se realizan en momentos en que las personas están más abiertas al cambio. Esto podría ser justo después de un evento significativo, como un desastre natural, o en momentos de transición personal, como el inicio de un nuevo año. El tiempo adecuado puede ser la diferencia entre una intervención exitosa y una fallida.

 

Ambos marcos ofrecen una estructura sólida para diseñar e implementar estrategias de comunicación efectivas que puedan lograr cambios de comportamiento significativos.

Conclusión

En la era de la responsabilidad colectiva, la comunicación efectiva es más crucial que nunca. No es solo una herramienta, sino una fuerza transformadora que, cuando se utiliza con ética y precisión, puede cambiar el curso de nuestras vidas y, en última instancia, del mundo en el que vivimos.

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